Escrito por: Gas, Opinión, Víctor Rodríguez-Padilla, Víctor Rodríguez-Padilla

Gas natural, incertidumbre e indefinición

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Cuando hablamos del mercado de gas natural, la indefinición mayor radica en el papel que jugará el hidrocarburo en la transición energética

Desde la izquierda
Víctor Rodríguez Padilla
Especialita en el sector energético

Algunos creíamos que la tormenta invernal que en febrero asoló el sur de Estados Unidos y el norte de México induciría un giro en la política energética. A los estragos causados por el fenómeno meteorológico en suelo mexicano se sumaron las repercusiones de la crisis en Texas, en particular el ascenso vertical del precio del gas natural y la suspensión de las exportaciones decretada por el gobernador Greg Abbott, político ultraconservador del partido republicano.

La falta de gas y el congelamiento de equipos afectaron centrales eléctricas en Sinaloa, Sonora, Durango, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León. Esas complicaciones derivaron en cortes de electricidad en más de 20 estados de la República Mexicana. Lo más grave, creo yo, fue el decreto del gobernador Abbott, ya que era el reconocimiento público de que a Texas no le importan los clientes al sur; para el gobierno de ese estado, los mexicanos somos desechables. México nada reclamó. Sin embargo, las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador parecieron dar pauta a un giro en la política energética. Para el mandatario la crisis dejaba una doble lección: no depender de las empresas privadas y tener alternativas de suministro.

La mejor prueba de que no se debía dejar la rectoría del sector energético en manos de la Iniciativa Privada era el hecho de que el país resolvió rápidamente el problema, mientras que allá costó más tiempo y trabajo. El gobierno subrayó que en Texas se confío en el mercado a pesar de que éste no fue capaz de responder en situación de crisis. Agregó que siempre se debe buscar autosuficiencia y producir en México lo que consumimos: medicinas, alimentos y energéticos.

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Sin cambios en política energética

Han pasado tres meses y el ajuste de la política energética no aparece por ninguna parte. Las prioridades siguen siendo el petróleo crudo y la gasolina. Lejos detrás, en un segundo plano, aparece el gas natural, a pesar de que México es más dependiente y vulnerable en ese ramo.

La máxima prioridad del gobierno es dejar de importar gasolinas, meta loable, pero de menor importancia estratégica que dejar de importar tanto gas. Los datos duros hablan por sí solos.

El gas natural es la energía más consumida en el país, con un peso relativo de 46%. La producción apenas alcanza para cubrir el 30% de la demanda, el 70% es satisfecho con importaciones. Quitando de la oferta lo que Petróleos Mexicanos (Pemex) consume, resulta que las importaciones satisfacen el 90% del consumo nacional. Del gas disponible en el mercado, 61% se utiliza para generar electricidad. De ahí resulta que sin gas no hay electricidad y sin electricidad, el país se paraliza. Las importaciones provienen casi en su totalidad de Estados Unidos. Esa elevada dependencia agudiza los riesgos de naturaleza geopolítica con terribles consecuencias de concretarse. Lo vivimos hace tres meses. No es la primera vez que el vecino nos corta el suministro de gas, lo hizo durante la crisis eléctrica en California hace 21 años.

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México impávido

A pesar del agravio y los daños por el desabasto, en Palacio Nacional no le dieron instrucciones a Pemex para elevar el gas natural a la más alta prioridad, tampoco se abrió el candado que limita la inversión privada a los contratos ya firmados, ni se suspendió la prohibición de aprovechar el gas no convencional. No se iniciaron gestiones ante Estados Unidos para llegar a un acuerdo que le garantice a México la continuidad del suministro, ni se ordenó ajustar la planeación para reemplazar gas natural por energías alternativas en la generación de electricidad.

El año pasado el presidente señaló que llevará mucho tiempo ser autosuficientes en gas porque los gobiernos anteriores descuidaron por completo la exploración y la extracción de ese energético y advirtió que continuarán las importaciones. El problema es que este gobierno tampoco está haciendo mucho por revertir la situación.

La versión actualizada del Plan de Negocios de Pemex, publicada un mes después de la tormenta, sigue tratando al gas como un subproducto. La planeación de la empresa pública no toma medidas adicionales a las que ya se preveían al inicio de la administración. El desinterés por dicho hidrocarburo se traduce en extracción menguante a partir de 2023, sin que los proyectos específicos en gas no asociado logren revertir la tendencia. El plan ni siquiera plantea una meta para la producción de gas seco.

La 4T no ve un grave problema de soberanía y seguridad energética en gas natural como si lo ve en petróleo y gasolina. La abrumadora dependencia de las importaciones provenientes de un solo país apenas le molesta. Impulsa el consumo sin esforzarse demasiado en aumentar la producción. En ese rubro no se distingue de gobiernos anteriores.

Importancia del gas natural en la transición energética

En su pragmatismo influye la baja rentabilidad de los proyectos de gas, la escasez de recursos públicos y la abundancia y bajo precio del producto estadounidense. Como el consumo de gas está altamente correlacionado con el Producto Interno Bruto (PIB), las importaciones futuras dependen, básicamente, del volumen de producción variable sobre la cual reina una gran incertidumbre.

La indefinición mayor radica en el papel que jugará el gas natural en la transición energética. Constituye una discusión totalmente ausente en la reflexión y el quehacer gubernamental.

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