La antrozoología es un tema poco común en México, sin embargo, en discutirlo está el primer paso
Alejandro Boucabeille
Asesor político de organizaciones nacionales e internacionales
¿Por qué amamos a algunos animales mientras que a otros los detestamos? ¿Por qué a algunas especies las discriminamos y a otras les damos un trato mejor? Si quieres saber más pues, ¡Enhorabuena!, bienvenido a esta colaboración.
La Antrozoología se refiere al estudio científico de la interacción humano-animal. Antes de continuar, quiero preguntarte: ¿crees que la Antrozología tiene alguna relación con la energía?, ¿por qué escribiría acerca del tema para presentarme ante los lectores de Energía Hoy? Si bien, es un tema poco común en México, desarrollaré la idea y cada uno podrá formarse una opinión por cuenta propia. Cuando me invitaron a participar con una columna en esta prestigiosa revista, mi primera pregunta fue ¿cómo puedo contribuir?, pues no soy experto en esa área y tampoco estoy enfocado en temas referentes a la energía. Después de platicar con la directora, vimos que tal vez pudiera aportar con enfoques trans e interdisciplinarios, desde la filosofía, ética, historia y teología, otras disciplinas académicas que son parte de mi formación. Tras considerar que desarrollar el tema podría ser enriquecedor, tanto para el lector de esta revista como para el especialista del sector energético, continúo.
Etimología
La etimología de este término técnico y científico, “Antro”– “zoología” une al humano (el antropos, del griego antiguo, homo sapiens sapiens, del latín) y al resto de las especies (o de la creación, termino usado por la teología). El término per se ya es conflictivo, pues mantiene una separación entre lo que percibimos como humano, hombre y el resto de los seres vivos. Podemos observar que hay diferencias entre “nosotros” y “ellos”, aunque también constatar que entre “ellos” estas pueden ser más grandes y significativas.
Paradigmas para cuestionar
Científicamente hay muy pocas discrepancias entre un orangután y un bonobo. O aún más espectacular y provocador, tenemos más características en común con un chimpancé que diferencias. Nuestro ADN es alrededor de 98.5% idéntico de aquel primate. Mientras que en el planeta Tierra, aunque estén en peligro de extinción, cohabitan más de 8.7 millones de especies. Parece ser bastante ignorante crear una categoría para unir a toda esa gran diversidad, 8.7 millones de animales, insectos y demás son subsumidos dentro de la categoría “animal”. Al observador crítico no solo le incomodará que el término se encuentre en singular, sino que también no corresponde a nada existente en el mundo material.
En general, nos inventamos categorías y juntamos en ellas a una cucaracha, delfín, león, murciélago, araña, elefante, pájaro y borrego. ¿Consideras adecuadas esas categorías?,¿crees que pudiera haber otro tipo de clasificación?, ¿cuáles serían las distinciones o particularidades que se tomarían en cuenta para hacerlas? Para saber más, a través de los siguientes números te ofreceremos una breve pero sustanciosa introducción a la temática.
La humanidad
Una nueva percepción que nos regala el estudio es que realmente aprendemos más de nosotros mismos como colectivo, como humanidad. Pues como ya mencioné no existen esas “fronteras”, que son simplemente “mentales”; que nos fueron inculcadas a través de nuestro condicionamiento desde muy pequeños. Corresponden a diferencias culturales y dependen del contexto específico. Los hindúes veneran a las vacas, mientras que los musulmanes no comen cerdo, para los chinos el gato y el perro es una especialidad, mientras que para el mundo “occidental” es un delito cocinar (matar, que es una precondición) a una mascota, que legalmente tiene más derechos que otros animales salvajes, por ejemplo. Ser un perro en China es diferente a ser un perro en Noruega.