Estas iniciativas pueden impulsar la creación de toda una industria, donde la primer biorefinería podría instalarse en 2025
La bioturbosina se ha identificado como la estrategia más promisoria para el desarrollo sostenible del sector de la aviación, consideró la investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Claudia Gutiérrez Antonio. Estas iniciativas pueden impulsar la creación de toda una industria, donde la primer biorefinería podría instalarse en 2025.
En México ya se trabaja con distintas iniciativas para la producción de bioturbusina, que permite reducir a partir de 80% de las emisiones de CO2.
La investigadora comentó que ya se creó una iniciativa con otra organización, para el desarrollo de combustible sustentable de aviación en México. Y se prevé “establecer la primera bioreferinería para 2025”. En la medida en que las biorefinerías inicien su establecimiento, se empezará a crear este mercado para utilizar el biocombustible de manera actual.”
La fabricación de bioturbosina, también es factible cuando la biomasa a transformar son triglicéridos. Por lo que, las petrorefinerías se podrían reconvertir para poder producir bioturbosina porque el proceso es similar. En el caso de las biomasas celulosas, sólo podría encajar en la última parte del proceso.
Uno de los retos, es lograr que el combustible para aviones generado a partir de biomasa, tenga una composición exactamente igual a la turbosina de origen fósil. De lo contrario, implicaría modificar los componentes de los motores, lo cual sería muy costoso.
Expuso que dentro de la transición energética se están considerando muchos aspectos, algunos guiados por los fondos de Conacyt. Y aunque no hay un programa para el sector de la aviación, consideramos trabajar en este tipo de iniciativas.
El objetivo es crear este círculo virtuoso de impulsar el establecimiento de la industria de la producción de los combustibles renovables de aviación.
Viabilidad financiera
Luego de un análisis con un grupo de investigadores, es factible técnicamente convertir la biomasa a bioturbosina. Sin embargo, estamos atorados en la parte financiera. El precio de un litro de turbosina de origen fósil anda en 12 pesos por litro, es incluso más barata que la gasolina y el diésel. Necesitamos que los procesos de producción sean muy competitivos para que el precio no sea excesivamente superior al de la fósil.
Y los problemas asociados a esta conversión se ubican en los procesos de los diferentes tipos de biomasas y su costo según su procedencia: azúcares y almidones; lignocelulósica; y triglicéridos.
Para alcanzar la factibilidad financiera, en el caso de la biomasa ricas en triglicéridos es utilizar las materias primas de bajo costo como son los residuos domésticos e industriales. Entre éstos últimos están el aceite de cocina, las grasas de pollo, los aceites industriales.
Estas biomasas tienen como principales ventajas su disponibilidad en cualquier época del año, el costo asociado a su recolección es mínimo. Ello compensa la adicción de etapas de pretratamiento para calidad homogénea, previo a su hidroprocesamiento.
En el caso de los azúcares y los almidones, se pueden incluir los residuos domésticos e industriales, con un costo mínimo asociado a su recolección. Al crear una biomasa que se puede fragmentar y fabricar biocombustible u otros productos de valor agregado, darían viabilidad financiera.
Y para el caso de la biomasa lignocelulósica, se incluyen residuos de cultivos, de podas, forestales; tienen un costo mínimo asociado de recolección. Aquí se busca generar una cadena de valor y producir biocombustibles sólidos que pueden reemplazar al carbón en las termoeléctricas.
Una alternativa es la conversión de residuos mediante tecnologías de alta eficiencia, aprovechando la energía disponible en el proceso. Así, se contará con procesos de producción factibles técnica y financieramente, y se impulsará el establecimiento de la industria de los biocombustibles de aviación.