Estamos en el arranque de una nueva administración con la que tendremos que convivir por seis años. La transición no será fácil pero estoy convencido que los que pronostican una tragedia están equivocados.
Nuevos vientos soplan en nuestro sector con un gobierno que tiene que demostrar, a la brevedad posible, resultados. Las promesas de la campaña son fáciles de plantear pero el implementarlas será todo un reto. Acostumbrados a ser oposición, por lustros, el ejercer el poder plantea un cambio profundo de estructura mental y darse cuenta que “no es lo mismo pegarle a la piñata que ser la piñata”
Se cometerán muchos errores por la celeridad; recordemos que en la implantación de la Reforma Energética sucedió lo mismo, pero, a mi parecer, forma parte de los procesos de cambio. Criticar siempre resulta más sencillo que construir; por supuesto esto no debe confundirse con validar sin chistar o un asentimiento servil a cualquier acción de la autoridad.
Entran con una actitud, que era de esperarse, que denosta lo construido por el régimen anterior. Enfocarse a los hechos donde los resultados son menos brillantes funciona en política, y muy bien, pero recordemos que la realidad es sumamente terca. Un ejemplo de esto es la posición de los bonistas del aeropuerto de rechazar, al momento que redacto esta columna, un pago 1 a 1. Conscientes de que un contagio de inseguridad de los bonos sería terrible para México han olido sangre y van por la presa; recordemos que Pemex tiene 107 mil millones de dólares en bonos, casi 20 veces más que el aeropuerto.
Los principales directores de las dos grandes empresas productivas del estado ya se encuentran en sus posiciones, aunque faltan algunos como en el caso de las EPS de Generación de CFE. El CENACE, por su parte estrena, o más bien reestrena, nuevo director con el retorno de Alfonso Morcos quien lo dirigió en los años 80 del siglo pasado.
En general estamos presenciando un regreso de personas con experiencia, varios de ellos ya retirados, que sin duda garantizan conocimiento del sector, lo que sin duda es bienvenido, pero tengo una sola preocupación: que puedan entender los mercados.
Haber trabajado por décadas en un modelo monopólico donde “solamente mis chicharrones truenan” constituye una barrera muy importante para adaptarse a un modelo de mercado como el que se creó con la Reforma Energética (RE). A los sujetos regulados nunca nos gustan los Reguladores y si lo hacen casi con certeza no están llevando a cabo su labor. Recuerdo el comentario de un funcionario de un organismo regulador en Colombia: “Yo traigo guardaespaldas no para protegerme de la FARC sino de los regulados”.
No es de extrañar las declaraciones de los funcionarios quienes cuestionan a la Comisión Reguladora de Energía, CRE, y a la Comisión Nacional de Hidrocarburos, CNH, y ven con microscopio los errores que han cometido, o que sospechan como en el caso de las rondas petroleras, pero les cuesta trabajo reconocer los aciertos.
No soy un capitalista a ultranza que crea que la mano invisible de Adam Smith es infalible pero sí que los mercados mandan las señales correctas que deben escucharse con suma atención.
Existen, con un buen grado de razón, quejas a modelos que se explotaron aprovechando un hueco legal como en el caso de los autoabastecimientos eléctricos. Sin embargo, omiten mencionar los errores, que son múltiples, de decisiones tomadas sin escuchar a los mercados como plantas de generación hidroeléctrica con factores de carga ridículamente bajos.
Lo que realmente hace falta es que las señales del mercado se escuchen, analicen, revisen y estudien a profundidad –y con mente abierta– para de ahí tomar las decisiones necesarias que permitan el mejor desarrollo del sector energético nacional.
Atacar por filosofía a la CRE y a la CNH sólo distrae de los verdaderos retos que se tienen en manos. Por un lado, aumentar la producción de hidrocarburos, pero esto no es suficiente. Si los gaseoductos o poliductos no pueden terminarse por problemas sociales de poco sirve el contar con el recurso ya que el costo de distribución por pipas u otros medios comerá gran parte de los beneficios.
Lo mismo ocurre, en el sector eléctrico, con el sistema de transmisión ya que sin nuevas líneas mejor ni construir nueva generación ya que se convertirán en activos que permanecerán sin utilizar. El Sistema Eléctrico Nacional está operando en emergencia y tirando carga –el pecado capital de in sistema eléctrico de potencia– y para solucionarlo se requiere con suma celeridad de infraestructura. A CFE también afectan los problemas sociales como en Huexca, Morelos donde más de 600 MW de un ciclo combinado permanecen oxidándose sin iniciar operaciones ya por varios años.
Requerimos de un diálogo con mente abierta entre todos los participantes del sector energético, buscar los puntos comunes sobre los que podamos construir en lugar de enfocarnos en las diferencias o en dogmas. No va a ser fácil porque hay un alto grado de polarización entre los participantes y, sin duda, revanchismo que dificulta aún más el intercambiar ideas.
A pesar de lo mencionado anteriormente no tenemos otro camino y el triunfo de uno sobre el otro llevará, casi con certeza, a victoria pírricas que pagaremos como nación. Que este 2019 no traiga, además de salud, una mente bien abierta.
El reto: que se entiendan los Mercados
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