Con más frecuencia escucho las quejas de los fabricantes nacionales y representantes de marcas reconocidas, no tan sólo de la falta de compra de Pemex y la CFE, sino en especial de los contratistas que se están decantando por productos de dudosa calidad, en general de origen chino, con tal de mejorar sus márgenes.
En los inicios de mi actividad profesional, el ingeniero Manuel Castellanos, quien falleció recientemente, me enseñó algo invaluable: “Con la electricidad no se juega”. El mensaje incluía por supuesto la seguridad, pero su comentario venía centrado a, que de no realizar bien el diseño, instalar equipos robustos e instalarlos correctamente, tendríamos fallas y, peor aún, pondríamos en juego la vida de los operadores. Lo mismo, por supuesto, aplica para la industria petrolera.
Con la llegada de la Reforma Energética y los profundos cambios que esto implica, la mayoría de los contratistas han encontrado lo que siempre han querido: comprar lo que les parezca y mejorar sustancialmente sus márgenes. Sé que hay excepciones, pero son los menos, y algunos piensan que lo que les funciona en su país de origen puede exportarse a México, lo que en general no resulta una práctica ingenieril sólida. Su argumento consiste en que el producto cumple las normas internacionales, IEC por ejemplo, lo cual indica que puede utilizarse. Lo que obvian es que la norma es, como lo sabe cualquier ingeniero que se precie de serlo, tan sólo el minimum minimorum y que usarlo como base de diseño traerá fallas tarde o temprano. Tan sólo un ejemplo: la altura de nuestro país, aunado a sus condiciones climáticas requiere que los productos tengan características especiales.
La CFE padeció ya esto cuando iniciaron los Pidiregas, las obras de inversión financiada para subestaciones y líneas de transmisión, donde, ante el nuevo esquema, se saltaron los requerimientos de la aprobación de LAPEM, el laboratorio de pruebas de la CFE que certifica a los productos y proveedores, con fallas en los equipos que resultaron muy difíciles de resolver. Aunemos que debemos de considerar que el horizonte de vida útil ronda los 40 años y que la garantía del producto no rebasa, en general, los 24 meses. Por otro lado hay costos en el fabricar equipos robustos, el proceso de certificación y el mantener los sistemas de calidad necesarios que los otros fabricantes no incurren creando una competencia desigual.
Sin embargo pedirle a los contratistas que actúen de otra manera es quimérico, en su ADN tienen otra estructura y, en general, son veletas. Comentando con desarrolladores de energías renovables sobre el contenido nacional contestaron: “Sólo va a causar que el costo de la energía sea más alto”. Independientemente que la afirmación resulta cuando menos temeraria, se podría argumentar que el apoyo a las renovables, y los mínimos que hemos fijado como país en nuestra matriz de generación, también nos aumentan el costo por la intermitencia de las fuentes. Obviamente argumentarán que ayuda a la madre Tierra, innegable, pero el contenido nacional contribuye a que se cuide también ya que un país sin pobreza protege mucho más el medio ambiente.
Afortunadamente la Reforma Energética contiene tres herramientas poderosas para lograr un balance más razonable: el Contenido Nacional (CN), el Código de Red (CR) y las Unidades de Verificación (UV). Iniciando por el CN este queda plasmado tanto en la Ley de Hidrocarburos (LH) y la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), ambas publicadas el 11 de agosto del 2014, y que incluyen los porcentajes mínimos de CN para cada industria. Fija también los valores de largo plazo, que incrementan de valor, e indica que la Secretaría de Economía (SE) vigilará el proceso marcando también las multas a aplicar. Algunos valores: la LH fija de inicio el CN en 25% y lo incrementa a 35% para el 2025 indicando que posteriormente se revisará cada 5 años. El CN es algo que todos, y recalco todos, los países que han abierto su sector energético han utilizado de forma activa. Inclusive los valores que pide nuestro país se encuentran en el rango bajo, lo que no disminuirá el volumen de la protesta de los contratistas. El CN requerirá de una vigilancia continua por parte de la industria nacional y, más importante aún, el colaborar activamente con la economía: nadie sabe más de los productos que los fabricantes. La noticia buena es que los funcionarios a cargo actualmente son capaces y comprometidos con la causa.
Pasemos ahora al CR, publicado el 8 de abril del 2016 por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), que instruye el como operar el Sistema Eléctrico Nacional, los parámetros mínimos de funcionamiento y también lo que las cargas, léase clientes conectados, deben de cumplir. Es un documento extenso y muy técnico pero que hay que estudiar para conocer que restricciones tiene el operador y los equipos que deberán instalarse.
Finalmente la creación de las UV por parte de la CRE, que serán los organismos privados que llevarán a cabo las inspecciones que considere prudente la CRE, abren oportunidades muy interesantes para las PYMES de ingeniería mexicana. Recordemos que la CRE tiene ahora la atribución, y responsabilidad, de redactar la normas de los equipos que se instalarán en el sector energético nacional. A todas luces un trabajo monumental, pero que han atacado correctamente desde mi perspectiva, adoptando las que ya tenían Pemex y la CFE. Por supuesto tendrán que revisarlas y validarlas, así como redactar otras nuevas, pero no olvidemos todos los retos que enfrenta la CRE en el corto plazo.
Las UV visitarán a los fabricante para ver que cumplan con las normas en sus productos. No tan sólo esto sino también a los clientes para cerciorarse que obedezcan con el CR. Por ejemplo una carga importante tiene la obligación de contar con las protecciones eléctricas adecuadas así como de no introducir problemas a la red, como podría ser el caso de sobrecompensación de potencia reactiva.
Los fabricantes tienen herramientas potentes para defenderse pero que requieren de un trabajo mucho más intenso que antes, contar con una diligencia ejemplar y colaborar en equipo ya sea vía Cámaras o Asociaciones. No se puede trabajar como antes. El quejarse sin actuar sólo llevará a sentirse bien en una plática y a dejar el mercado en manos de los competidores. Parafraseando a Jack Welch: “Controla tu destino o alguien lo hará por ti”.