Para la economista por el ITAM, Montserrat Aldave, una escena de hace más de dos siglos ayuda a entender uno de los mayores pendientes económicos de México: Adam Smith, uno de los exponentes más importantes de la economía clásica, escribió la teoría de la “mano invisible” mientras su madre sostenía de manera silenciosa toda una economía de cuidados a su alrededor. Él apareció en los libros de historia; ella, en ninguna parte.
Ese trabajo invisible —realizado hoy por millones de mujeres en México— continúa sosteniendo la vida cotidiana y el funcionamiento del país. Y no solo eso, de acuerdo con Aldave, representa el 25% del Producto Interno Bruto (PIB), más que sectores como el petrolero o el turismo.
Su intervención se dio en el marco del foro “Mujeres: El liderazgo y la fuerza que determina la economía de México”, que se llevó a cabo el 20 de noviembre en la Cámara de Diputados y que contó también con la participación de mujeres con una gran trayectoria en la economía nacional, como Verónica Salame y Magdalena Nicolini, vicepresidenta y presidenta de RIMEL, respectivamente; Lily Bermejo, empresaria y estratega comercial; Alejandra Ibarra, directora de El Futuro es Femenino, entre otras.
La economía de los cuidados sostiene a México
En México las labores de cuidado —como atender a niñas y niños, personas mayores o personas con discapacidad, cocinar, limpiar o acompañar— son realizadas por mujeres de manera no remunerada. Aunque es un trabajo indispensable, también es el principal obstáculo para su autonomía económica y para que más mujeres accedan a puestos de liderazgo en empresas e instituciones.
“Un sistema de cuidados no es un complemento social, no es un favor, no es solo una deuda histórica con las mujeres, sino que es un prerrequisito macroeconómico para elevar el PIB potencial”, destacó Aldave.
La falta de servicios públicos de cuidado mantiene la participación laboral de las mujeres en apenas 45.5%, frente al 75.4% de los hombres. México, además, se enfrenta a otros problemas como la escasez de infraestructura para los cuidados, ya que solo 36% de niñas y niños menores de cinco años tienen acceso a una guardería.
Estas condiciones se reflejan en la vida cotidiana: las mujeres dedican casi el triple de tiempo que los hombres al trabajo del hogar; seis de cada 10 mujeres con hijos menores de 15 años no pueden tener un empleo remunerado; y nueve de cada 10 personas que dejan su trabajo para cuidar son mujeres.
“De acuerdo con la OCDE, si México redujera la mitad la brecha de género en participación laboral y horas trabajadas, el PIB per cápita podría aumentar 0.2 puntos porcentuales cada año hacia 2040. Traducido, es que en 15 años podríamos subir tres puntos porcentuales en ese crecimiento del PIB per cápita”, señaló la especialista.
Avances internacionales y rezago nacional
Mientras en el ámbito internacional se han dado pasos firmes —como el reconocimiento del cuidado como un derecho humano autónomo por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos—, Aldave advierte que México permanece rezagado.
La reforma constitucional aprobada en 2020 para crear un Sistema Nacional de Cuidados sigue detenida en el Senado. Y aunque existen esfuerzos locales en entidades como la Ciudad de México y Jalisco, la economista dijo que no es suficiente.
“Un plan de expansión sin recursos etiquetados no es más que un deseo; eso no es política pública. Un sistema de cuidados requiere infraestructura, personal capacitado, estándares, supervisión y un presupuesto multianual”, expuso.

El paquete económico de 2026 parece reconocer el tema, al incluir un anexo transversal con 466 mil millones de pesos para la agenda de cuidados. Pero la mayoría de estos recursos corresponden a programas que ya existen y no a inversión nueva. Más grave aún: los programas que sí fortalecen la infraestructura de cuidados, como guarderías y apoyos a la primera infancia, recibieron un recorte del 18.6% anual.
Hoja de ruta: las 5 R
Para avanzar hacia un verdadero sistema, Montserrat Aldave detalló una hoja de ruta basada en lo que ella llama las 5 R: reconocer, reducir, redistribuir, remunerar y representar:
- Reconocer el valor económico del cuidado, medirlo adecuadamente y reflejarlo,
- Reducir la carga con más infraestructura: guarderías y escuelas de tiempo completo.
- Redistribuir la responsabilidad entre el Estado, las empresas y los hombres dentro de los hogares.
- Remunerar y profesionalizar a quienes cuidan.
- Representar a las personas cuidadoras en la toma de decisiones para asegurar que las soluciones respondan a sus necesidades reales.
La urgencia en México es evidente: las mujeres no solo cuidan a sus hijas e hijos, muchas veces también se encargan de sus padres, convirtiéndose en lo que la economista llamó “generación sándwich”.
El mensaje final de Aldave fue contundente: si México quiere crecer necesita construir un sistema de cuidados sólido:
“El cuidado debe convertirse en el cuarto pilar del bienestar, junto con la salud, la educación y el desarrollo social. Con leyes, con presupuesto y con visión de país podemos convertirlo en una realidad. Hay que cuidar para que México crezca”, concluyó.
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