Escrito por: Opinión

Los retos de la expansión en la energía solar


Juan Pablo Robert Sañudo / Chief , Marketing Officer de Enlight

Recientemente, en Chile se inauguró el sistema fotovoltaico sobre un mismo techo más grande de Latinoamérica por parte de Enlight, siendo éste su primer proyecto fuera de México, lo cual despierta un cuestionamiento interesante:

¿Cómo pueden existir tantas empresas con operaciones en 70 países, pero resulte casi imposible que una empresa solar tenga operaciones incluso a nivel nacional?

Principalmente se debe a dos factores: el primero por la edad de la industria fotovoltaica en generación distribuida. Las legislaciones y el costo de la tecnología no tendían un terreno fértil hace unos años. En México apenas estamos viendo el florecimiento solar, con crecimientos de 60% anuales, pero una penetración menor al 1%. Apenas en 2007 se interconectó el primer sistema solar del país; hoy cuenta con 112,556 techos solares.

El segundo factor está implícito en la naturaleza de la industria solar. No es un producto que se pueda empaquetar y enviar. No existe un sistema solar unitalla. Cada techo solar es artesanal, es decir, considera las condiciones del techo y climáticas de cada inmueble, así como su historial de consumo energético. Los sistemas de paneles solares son como una huella digital, no existen dos iguales.

Esto requiere un equipo de especialistas para instalar el sistema solar y, si bien no es requisito indispensable, la costumbre del sector es ofrecer el servicio de realizar los trámites correspondientes con las autoridades energéticas locales. El sector fotovoltaico de generación distribuida le hace homenaje a su apellido: tiene que contar con una operación distribuida para satisfacer las necesidades de sus clientes.

El mérito de una empresa solar al iniciar operaciones en una nueva región o país debe ser reconocido. Requiere un control de calidad sobresaliente y un modelo de negocio que sostenga la plaza; difícilmente empezará operaciones con cientos de clientes formados.

El gran reto de la escalabilidad solar ha tenido una consecuencia muy clara: cientos de pequeños instaladores salpicados regionalmente. En México se calcula que existen más de 1,000 instaladores solares, pero la vasta mayoría se les considera hombre-panel, es decir, personas con su propio negocio donde ellos mismos, o con un pequeño equipo, se encargan desde la venta hasta la instalación.

No debemos desprestigiar la calidad de su trabajo, muchos de ellos son gente muy calificada. El “problema” se encuentra al conocer la vida útil de un sistema fotovoltaico, que llega a superar las tres décadas. Si bien son grandes noticias para el retorno de inversión, es un punto que debe ser contemplado de manera formal al seleccionar a una empresa solar, para contar con la tranquilidad de que alguien responderá ante cualquier problema durante todo ese lapso de tiempo.

Ahí radica la importancia de que una empresa mexicana haya instalado el techo solar más grande en Santiago de Chile a 6,600 km de distancia, se requiere más que buenas intenciones y buenos técnicos para llevarlo a cabo.

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