Escrito por: Opinión

Energías alternativas una opción ante el fin de la era del petróleo


México tiene la oportunidad de adaptarse de forma gradual a un posible escenario mundial caracterizado por una reducción significativa en el uso del petróleo como energético, el cual podría presentarse en dos o tres décadas por la combinación de diversas causas. Una de ellas es el creciente costo energético de extraer petróleo, independientemente de la alta inversión para hacerlo, algo que anticipaba desde la década de los 50’s del siglo pasado el geofísico estadounidense Marion King Hubbert. Así, por ejemplo, se estima que en 1920 se requería la energía de 1 barril de petróleo para extraer, procesar, embarcar y entregar 100 barriles de petróleo, con lo que se tenía un Retorno de Inversión en Energía (EROI por sus siglas en inglés) del petróleo de 100 a 1. Actualmente, el EROI promedio del petróleo convencional obtenido en conjunto en campos terrestres, aguas someras (de baja profundidad) y aguas profundas, es de 17 a 1, mientras el de aguas ultra-profundas es menor de 10 a 1. Mientras tanto, se estima que el EROI del petróleo no convencional de lutitas (shale) obtenido mediante procesos de fracking es de 5 a 1, y el obtenido a partir de arenas bituminosas es de 3 a 1. Cabe destacar que a nivel mundial el petróleo de fácil extracción como el obtenido en campos terrestres o aguas someras se está agotando, lo que contribuye a una tendencia decreciente del EROI agregado de dicho hidrocarburo.
Las presiones por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) vinculadas a la actividad humana son otro factor que explica el escenario anticipado. El uso de combustibles fósiles para producir energía es una de las principales fuentes humanas de emisión de GEI, y por lo tanto uno de los principales factores que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático. Fuera del ámbito científico focalizado en estos temas, es muy posible que en general se subestime el riesgo que representa el calentamiento global. Hace algunos años se calculaba que si la temperatura media de la superficie terrestre y la parte baja de la atmósfera se elevaba por arriba de un umbral de 6 grados centígrados respecto a la temperatura que prevalecía en la etapa previa a la Revolución Industrial, sería derretida una gran cantidad de metano -uno de los principales GEI- que se encuentra congelado en el fondo de los océanos o en las tundras. Esto desataría un efecto dominó que detonaría un crecimiento exponencial del calentamiento global debido a un efecto invernadero irreversible, lo cual podría traer consecuencias devastadoras para la vida en el planeta, incluyendo la de nuestra propia especie. Recientemente se ha estimado un umbral de incremento en la temperatura que ocasionaría dicho efecto dominó puede incluso ser menor a esos 6 grados centígrados; se calcula que el punto de no retorno podría encontrarse en un rango de 4 a 5 grados centígrados. El ajuste de este cálculo se asocia al creciente deterioro de los sumideros naturales de GEI aliados en la reducción del calentamiento global, tales como los bosques y distintas formas de vida que habitan en los océanos.
Ya se ha incrementado en 1 grado centígrado la temperatura respecto a la etapa preindustrial, y se calcula que cada década aumenta 0.17 grados centígrados el promedio de dicha temperatura. Si a esto añadimos la creciente deforestación o la pérdida de vida en los océanos producto de factores como la contaminación o los propios efectos del calentamiento global, entonces podrían requerirse dos o tres siglos para alcanzar el umbral máximo de temperatura que provocaría el efecto dominó mencionado. Desafortunadamente, las acciones que puedan implementarse para tratar de desacelerar el calentamiento global requieren de un horizonte de muy largo plazo para tener efecto. Mientras más tarde se implementen dichas acciones, menores las probabilidades de mitigar el calentamiento global, e inevitablemente incrementará cada vez más nuestra vulnerabilidad ante el mayor riesgo que enfrenta la humanidad. El impulso decidido de las energías renovables representa una de las principales acciones que pueden tomarse para intentar mitigar el creciente calentamiento global. El cambio tecnológico orientado hacia las energías limpias representa un factor determinante para acercarnos al escenario previsto de una reducción significativa en el uso del petróleo como energético.
La transición de los combustibles fósiles hacia las energías renovables cobra cada día mayor impulso y relevancia. La empresa petrolera noruega Statoil, la cual es un referente de éxito a nivel mundial, ejemplifica el enfoque vanguardista que se requiere. Statoil ha decidido cambiar su nombre por el de Equinor con la finalidad de que se le deje de asociar con el petróleo, ya que con visión intertemporal se ha planteado la meta de transitar gradual y totalmente de producir este combustible fósil hacia la producción de energías renovables. Sería altamente positivo que el resto de las empresas petroleras del mundo adoptaran la misma decisión de Equinor. Pemex y el próximo Gobierno de México tienen la oportunidad de optar por un enfoque sostenible para reducir y eliminar la dependencia en las importaciones de gasolina, por ejemplo. Actualmente, México importa más del 60% de la gasolina que se consume en México, lo cual ha contribuido a que el país se haya convertido en importador neto de productos petroleros desde 2015.
El nuevo Gobierno se ha planteado la meta de fortalecer la reconfiguración de refinerías con el fin de incrementar el aprovechamiento de su capacidad instalada, la cual actualmente sólo es de un 40%. El proceso de reconfiguración de refinerías inició en la década de los 90’s, pero aún queda espacio para profundizarlo, sobre todo para continuar reduciendo la proporción de petróleo ligero requerido en la refinación, al considerar que se produce en el país cada vez menos petróleo ligero y más petróleo pesado. Sobre este tema, el experto del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), Jorge Ancheyta, argumenta que una opción más sostenible para México es mejorar sus crudos pesados mediante una tecnología de transformación desarrollada en el IMP que ha sido denominada HIDRO-IMP, la cual ya ha sido patentada en diversos países. Mediante este proceso tecnológico se alcanza una mejora parcial en la calidad de los crudos pesados al incrementar su contenido de destilados, a la vez que se reduce su contenido de impurezas tales como azufre y nitrógeno; Ancheyta destaca que la tecnología HIDRO-IMP requiere bajos niveles de inversión y bajos costos de operación, mientras que optar por la reconversión de refinerías para procesar crudos pesados es complejo y costoso.
Además, la inversión en mantenimiento de equipos y el cuidado de otros temas asociados al capital humano como la disminución de paros laborales, permitirán incrementar el aprovechamiento de la capacidad instalada de las 6 refinerías con las que cuenta Pemex. Si se combina la idea de reconfigurar, mantener y gestionar mejor las refinerías existentes con la de apostar por la mezcla de gasolina con un biocombustible como el etanol, se podría alcanzar esa meta de eliminar por completo la dependencia en la importación de este petrolífero con un enfoque de mayor sustentabilidad no sólo ambiental, sino incluso social y económica. Un enfoque similar se podría adoptar en relación con la importación de diésel, al promover el biodiésel. Si se impulsan polos de desarrollo regional orientados a la producción de biocombustibles como el etanol y el biodiésel se puede contribuir a generar empleo rural, reducir la pobreza e incrementar el crecimiento económico con un enfoque territorial. Cabe destacar, que la empresa mexicana Oxifuel, por ejemplo, ya produce etanol con base en caña de azúcar, tal como se hace en Brasil desde hace décadas. Oxifuel señala que actualmente, ya cualquier automóvil puede emplear una mezcla de 50% gasolina y 50% de etanol, y en el caso de autos del tipo flex fuel la mezcla puede llegar a ser de 15% gasolina y 85% etanol. Además de utilizar la caña de azúcar como insumo, el etanol puede producirse mediante el aprovechamiento de materia vegetal de desecho. Mientras tanto, producir biodiésel mediante el cultivo de la jatropha es una opción altamente atractiva, ya que dicho cultivo puede realizarse en tierras áridas no aptas para la agricultura.
En cuanto a la producción de electricidad mediante energías renovables, la reforma energética ha obtenido resultados positivos mediante las subastas en el Mercado Eléctrico. En dichas subastas se han comprometido cuantiosas inversiones para generar electricidad mediante fuentes renovables y limpias; sin embargo, el impacto de estos proyectos se verá reflejado en el mediano plazo, debido al tiempo de maduración que requieren antes de entrar en una fase productiva. Un factor que ha contribuido a impulsar los proyectos de energías renovables en México ha sido la creación de los Certificados de Energías Limpias (CELs), aplicables a partir de 2018. En la reforma energética se estipuló que los grandes generadores y distribuidores de electricidad que no alcancen el porcentaje de generación mediante energías renovables, fijado de manera periódica por el Estado, deberán comprar CELs a otros actores que hayan rebasado sus propias metas de generación de electricidad por medio de energías limpias. De esta forma, los CELs funcionarán como certificados de reducciones de emisiones de GEI, de forma similar a como operaban hace algunos años los CERs dentro del Mercado Mundial de Carbono impulsado mediante el Protocolo de Kyoto.
Cabe destacar, que en la Ley General de Cambio Climático se planteó la meta para México de producir en 2024 al menos 35% de la electricidad a partir de energías renovables. En 2017 se observa que la producción de electricidad en México mediante fuentes renovables era de tan sólo 14.8% del total. Se estima que para alcanzar la meta planteada, la producción de electricidad mediante energías renovables debe crecer anualmente a una tasa promedio de 4 veces mayor a la cual crece la producción de electricidad a partir de fuentes no renovables. Una ventaja adicional de producir electricidad mediante energías renovables sería reducir la dependencia en combustibles fósiles; el incremento en los costos de producir electricidad experimentado desde finales de 2016 se asocia al aumento de los precios de los hidrocarburos. El impulso de polos de desarrollo regional enfocados a la producción de electricidad mediante energías renovables representa igualmente una gran oportunidad de alcanzar metas energéticas con un enfoque sostenible desde las perspectivas ambiental, social y económica. México cuenta con condiciones en sus regiones para el impulsar energías renovables como la eólica, la solar, la geotérmica, el aprovechamiento de biomasa, la hidroeléctrica, y la oceánica.
Estamos a tiempo de impulsar alternativas energéticas sostenibles para México ante el posible fin de la era del petróleo. Juntos, los tres actores de la gobernanza (gobierno, sector privado y sociedad civil) podemos impulsar esta estrategia que es gana-gana no sólo en la dimensión económica del desarrollo y el bienestar, sino también en la social y en la ambiental.
Investigador del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República (IBD) y Director General de Planeación Estratégica, Morelia, Michoacán, y Ciudad de México.
jaimedelriomonges@gmail.com
 
 
 
 

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